-- Sefardies y su Historia: Las comunidades sefardíes en el antiguo imperio otomano

09 noviembre 2014

Las comunidades sefardíes en el antiguo imperio otomano



El imperio otomano, que desde finales del siglo XV hasta el XIX abarcaba Turquía, los países balcánicos, buena parte de Oriente Medio y casi todo el Norte de África hasta los actuales Argel y Túnez, fue un destino preferente tanto para los judíos expulsados como para los conversos que volvían al judaísmo, ya que en el imperio regía el régimen político de mil·let, por el cual cada minoría religiosa mantenía su propio sistema organizativo en múltiples aspectos (desde la práctica de la religión hasta la legislación para asuntos internos), a condición de reconocer la autoridad del sultán, pagar los elevados impuestos que les correspondían y no usurpar determinados privilegios de la minoría musulmana dominante.


Ello propició el desarrollo de una cultura sefardí diaspórica, que tenía como marcas específicas el judaísmo y los orígenes hispánicos. El judaísmo era un rasgo característico de los sefardíes con respecto a los musulmanes y a otras minorías de distintas confesiones (ortodoxos griegos, bizantinos, serbios, búlgaros o rumanos; católicos croatas; armenios; maronitas; etc.). Sus orígenes hispánicos los diferenciaban tanto de otras minorías no judías como de los judíos de otros orígenes que también vívían (aunque en menor número) en el imperio otomano, como los romaniotas o los askenazíes. Los orígenes hispánicos determinaban además otros rasgos distintivos: una tradición religiosa heredera de la cultura judía de la Sefarad medieval; y una lengua propia (el sefardí, judeoespañol o ladino), que los diferenciaba de todos los grupos de su entorno.



En esas circunstancias se fueron constituyendo comunidades sefardíes en distintas localidades grandes y pequeñas del imperio otomano. En ellas se desarrollaron, desde finales del siglo xv hasta el xix, una cultura y una forma de vida sefardíes basadas en la tradición judía, bajo la dirección de unas élites con formación rabínica, y fueron surgiendo distintos focos de influencia religiosa y cultural: Estambul, Esmirna, Safed y Jerusalén, El Cairo, Salónica, Sarajevo, Sofía, Bucarest, etc.

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